Allá por los primeros años de 1960, el blues norteamericano ya se
había adueñado de algunos jóvenes músicos ingleses, quienes,
incontenibles y acaso involuntariamente, comenzaban a subvertir la
escena jazzera de una Londres siempre efervescente.
Los jóvenes
Mick Jagger, Keith Richards, Brian Jones y Ian Stewart (los dos primeros
de tiernos 18, el tercero de 20 y el último de 23) eran unos de esos
agitadores, quienes bajo el nombre de Rollin’ Stones (aún sin la “g”),
que refería a un tema de Muddy Waters, debutaron el jueves 12 de julio
en el Marquee de Londres.
"Empezamos como un grupo de blues, tocando en clubes y nos encontramos llenando los mayores estadios del mundo con el tipo de espectáculo que ninguno de nosotros habría imaginado" se maravillaban los Stones en su página oficial.
El pasado 12 de julio se cumplieron 50 años de ese momento
histórico, en el que los miembros de la banda más longeva de la historia
del rock no tenían la menor idea de lo que se avecinaba, por más que
confiaban ciegamente en lo potente de su arte. El cuadro de ese debut,
apreciado entre el horror y la indiferencia de los jazzeros presentes,
se completó con Dick Taylor (bajo) y Tony Chapman (batería), quienes en
el corto plazo fueron reemplazados por Bill Wyman y Charlie Watts,
respectivamente. Hacia comienzos de 1963, los Stones ya se habían
afianzado en sonido y propuesta escénica. Es esa versión del grupo,
precisamente, la que vio el también joven productor Andrew Loog Oldham,
quien sentó las bases para posicionar a los Stones como banda
imprescindible. El resto, como se dice, es historia conocida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario